En 2016, el año en que tuvo lugar el referéndum en que Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea, de entre los 25 discos más vendidos en España solo tres eran de artistas británicos, y uno de ellos, David Bowie, había fallecido en enero de aquel mismo año. La tendencia en toda Europa hacia un consumo mayor de música local ya era clara entonces, aunque en el global de los discos más vendidos del planeta, el 50% seguían siendo artistas británicos. Cuatro años más tarde, el fin de la influencia de la música de las islas en el panorama global, y más en concreto en el europeo, puede estar a punto de pasar de tendencia a hecho.
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