Es un ataque sin precedentes que el ejército israelí ha llamado “nuestro 11 de septiembre”, haciendo referencia a la ofensiva de al Qaeda contra EE.UU. en 2001. Una lluvia de cohetes marcó su inicio la mañana del sábado.
Poco después, numerosos grupos de combatientes de Hamás -una organización calificada como terrorista por Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y otras potencias- se agruparon en varios puntos de la frontera para penetrar una zona fronteriza que se creía impenetrable.
“Fue un ataque altamente sofisticado. Atacaron por aire, tierra y mar”, le dice a BBC Mundo Ian Parmeter, historiador e investigador del Centro de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Nacional de Australia.
“Es un ataque que seguramente llevó meses de planificación y muchos en Israel estarán preguntándose: ‘¿Cómo es posible que la inteligencia de Israel no lo haya previsto?’».
El lunes la cifra de muertos en Israel ya había superado las 900 personas, mientras que el contraataque israelí en Gaza acabó con la vida de casi 600 personas al otro lado de la frontera.
Dos días después, los ataques de ambos bandos continúan e Israel ha ordenado un «asedio completo» en la Franja de Gaza, para dejar al territorio «sin electricidad, sin alimentos, sin combustible».
Pero, ¿por qué Hamás ataca ahora y qué gana con esto?
«Distraídos y relajados»
Este ataque sin precedentes se produce un día después del 50 aniversario del ataque sorpresa contra Israel de Egipto y Siria en 1973 que inició una guerra en Oriente Medio conocida como Yom Kipur.
La importancia de la fecha no habrá pasado desapercibida para los dirigentes de Hamás.
Los ataques de este fin de semana también coincidieron con el Simjat Torah, que se celebra al concluir la festividad judía de Sucot, que dura una semana y es similar al periodo navideño cristiano.
«Ocurre al final de un periodo festivo, por lo que muchos israelíes estaban distraídos y relajados», dice Ian Parmeter.
«El ejército israelí también estaba mucho más concentrado en las dificultades en Cisjordania y le tomó tiempo trasladar a su personal al sur del país para defender a las poblaciones que estaban siendo atacadas», explica el historiador.
Un momento «aparentemente propicio»
El historiador Eli Barnavi, exembajador de Israel en Francia, tilda la operación de Hamás como un “mini Kipur”.
Él considera que el momento del ataque era «aparentemente propicio».
“Israel atraviesa una profunda crisis política y moral, que a juicio de Hamás debilitaba sus capacidades de defensa”, explica en entrevista con BBC Mundo.
Desde principios de año, el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se enfrenta a una ola de protestas semanales que piden revocar una controvertida ley que, según los manifestantes, socavará gravemente la democracia del país al debilitar el sistema judicial.
El tamaño de las protestas ha ido en aumento, con decenas de miles de personas llenando las calles de pueblos y ciudades de todo el país.