Teófilo Abreu
República Dominicana es ya el país con mayor cantidad de muertes por accidentes de tránsito en todo el mundo, hasta hace poco superado por Venezuela, con estadísticas alarmantes.
Ya las muertes por accidentes han pasado a ocupar la primera causa de mortalidad, desplazando los accidentes cardiovasculares, lo que habla muy mal respecto a cómo andamos los dominicanos, si tomamos en cuenta que se trata de un problema que puede ser corregido y detenido.
El hecho de que sólo en un fin de semana ocurrieran en el país 134 accidentes, con un saldo de 22 muertes y una cantidad no precisada de lesionados es sumamente preocupante.
Poco antes, en un solo accidente ocurrido en la comunidad de Las Yayas, del municipio de Villarpando, en Azua, la embestida de un camión contra cientos de personas que celebraban en plena vía pública, causó por lo menos siete muertes y más de 40 heridos, algunos de ellos graves.
Pero en distintas localidades del país, diferentes accidentes aislados registran muertes cada día, como si se tratara de una carrera contra el reloj, tratando de imponer un Récord Guinness.
Pero las muertes por accidentes en este país a nadie parece importarle, pese a la secuela de luto y dolor que causan a muchas familias y a la sociedad en general, además de los heridos, con fracturas y politraumatismos, cuya estadía en un centro de salud le cuesta al Estado y las familias sumas millonarias.
En la mayoría de los accidentes accidente está de por medio la imprudencia, ya sea por exceso de velocidad, violación a las normas establecidas en la Ley de Tránsito, así como al consumo de alcohol u otras sustancias no menos dañinas al momento de tomar un volante.
Pero en la mayoría de las muertes, alrededor de un 70 por ciento, están involucradas motocicletas, cuyos conductores entienden que para ellos no existe ley, y que no les importa para nada cruzar frente a un semáforo en rojo, transitar en vía contraria o subir por las aceras, sin importar lo que pueda ocurrir.
Todo esto es harto conocido por las autoridades de los organismos oficiales que tienen la responsabilidad de hacer cumplir la Ley de Tránsito, que sólo parecen existir para imponer multas, abusivas o no, mientras continúa la caravana de muertes por accidentes de tránsito, llenando de luto esta sociedad.
