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La capital cubana enfrenta una crisis de acumulación de basura que afecta tanto a las áreas urbanas como a sus costas. En playas como Guanabo, el buzo Reinier Fuentes, junto a voluntarios, ha tomado la iniciativa de limpiar el lecho marino, retirando latas y plásticos que contaminan las aguas. A pesar de los esfuerzos ciudadanos, el problema de la basura se agrava, especialmente durante los meses de verano, cuando la afluencia de bañistas aumenta.
Según Fuentes, mientras que empresas locales limpian la superficie de las playas, no hay esfuerzos organizados para limpiar el fondo del mar, lo que deja a activistas voluntarios como los únicos encargados de esta labor. La acumulación de metales y otros desechos en el océano es una preocupación creciente para los ambientalistas y las autoridades de la ciudad.
En las zonas urbanas, la situación es igualmente grave. La Habana genera más de 30,000 metros cúbicos de basura al día, 7,000 más que el año anterior, y las montañas de desechos sólidos mezclados con residuos orgánicos se han convertido en una pesadilla para los residentes. En barrios como Cerro, montones de basura en las calles emiten malos olores, atraen moscas y empeoran la calidad de vida de los habitantes.
Lissette Valle, una ama de casa de 40 años, relata cómo el basurero frente a su casa ha invadido su vida diaria: «Mi cocina da al mismo basurero, hay que tapar todo porque si no lo que comes es mugre y mosquitos». La falta de contenedores adecuados y las aguas negras desbordadas agravan aún más la situación.
Las autoridades de La Habana han atribuido la crisis a varios factores, incluyendo la escasez de camiones recolectores, de los cuales solo el 57% están operativos debido a la falta de repuestos, exacerbada por el embargo estadounidense. Además, la escasez de combustible ha dificultado el uso de los vehículos disponibles, lo que ha dejado a varios municipios sin un coordinador encargado de la recolección de basura.
Miguel Gutiérrez Lara, responsable de supervisión e inspección de la ciudad, también señala la fuga de trabajadores como un factor crítico, ya que muchos barrenderos han abandonado sus puestos debido a los bajos salarios. Un barrendero de 30 años, que prefirió no revelar su nombre, expresó su frustración por trabajar sin el equipo adecuado, «Uno está expuesto a una bacteria por un salario mínimo», dijo, mientras describía la situación en las calles como «un vertedero».
El impacto de la basura también se ha traducido en problemas de salud pública. Las autoridades sanitarias están preocupadas por la propagación de enfermedades como el dengue y la oropuche, esta última transmitida por mosquitos y detectada por primera vez en Cuba en mayo.
Dulce Buergo, presidenta de la Comisión Nacional Cubana de la Unesco, hace un llamado a un mayor civismo para mitigar la crisis: «Si uno viene a la playa con cuatro bolsas, debe irse con cuatro bolsas, aunque la cuarta sea de basura». La campaña de limpieza en Guanabo, que ella encabeza, busca expandirse a todo el litoral de La Habana en un esfuerzo por restaurar la belleza natural de las costas afectadas.
