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y ahora estoy dispuesto a que hablemos
Teófilo Abreu
En términos llanos o “más o menamente”, como diría un amigo, es lo que ha hecho el presidente de la República, al tratar de imponer un proyecto que el Gobierno ha llamado de “Modernización Fiscal”, que ha desatado todos los demonios, al considerarse un atropello contra todos los sectores.
Es lo que en otra época, pero en situación parecida, se decía “el poder es para usarlo”. Y es justamente lo que hace el presidente Luis Abinader, con éste y los demás proyectos de reforma, al contar con un Congreso Nacional de mayoría aplastante, que sólo dice “sí señor” a todo lo que le llega del Poder Ejecutivo.
El término “Bombazo Fiscal”, como lo ha calificado el ex presidente Leonel Fernández, ha quedado muy corto, pues los efectos serían similares a los de una Bomba Atómica, ya que prácticamente aniquilaría a los más pobres, a los sectores de clase media, a los pequeños y medianos productores.
Obligar a pagar impuestos por todos los productos de la canasta familiar, todos los servicios y hasta las pequeñas propiedades, entre otros, es un verdadero genocidio.
Y eso lo saben muy bien los senadores y diputados que tendrán en sus manos decidir la suerte de este garrotazo fiscal; pero que al ser obra y gracia del Presidente, nueva vez tendrían que decir “aprobado”.
Ante la andanada de críticas que han llovido desde todos los sectores de la sociedad, el Presidente ha señalado que estaría en disposición de abrir un diálogo tripartito, para discutir las cosas que deberían corregirse.
Y es justamente lo que debió hacerse desde mucho antes de anunciar el sometimiento de éste y los demás proyectos de reforma, y no lanzarla como una bomba atómica que elimine hasta el aire.
El presidente Abinader ha dicho y repetido que no volverá a postularse luego de cumplir este segundo cuatrienio, pero ¿ha pensado en su partido y en los tantos aspirantes dentro de esa organización, que sueñan con alcanzar la gloria en el 2028?
