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Richard Cabrera
Donald J. Trump ha sido proyectado como el ganador de la elección presidencial de 2024 en Estados Unidos, en una histórica contienda que lo convierte en el primer expresidente en ganar un segundo mandato no consecutivo desde Grover Cleveland en 1892. Trump, quien fue el 45º presidente de los Estados Unidos de 2017 a 2021, regresa al escenario político para asumir el rol como 47º presidente, marcando un evento sin precedentes en la política estadounidense contemporánea.
La ceremonia de toma de posesión está programada para el 20 de enero de 2025, una fecha en la que la nación observará el retorno de un presidente anterior al cargo máximo del país. Este hecho ha generado gran expectativa tanto en Estados Unidos como en la comunidad internacional, dada la influencia y las controversias que caracterizaron su primer mandato.
La elección de Trump refleja un país dividido y con fuertes opiniones respecto a temas clave como la economía, la inmigración y la política exterior. Su campaña para este segundo mandato se enfocó en promesas de «restaurar la grandeza de Estados Unidos» y abordar los temas que considera prioritarios, como el fortalecimiento de la seguridad fronteriza, la revitalización de la industria nacional, y un enfoque más aislacionista en el ámbito internacional.
A medida que se aproxima el día de la investidura, las expectativas sobre su administración se mantienen en niveles elevados, especialmente entre sus seguidores y los sectores que ven en su retorno una oportunidad para impulsar sus objetivos nacionales e internacionales. Trump y su equipo ya han adelantado que trabajarán en una serie de reformas con un enfoque en revertir varias políticas de la administración actual.
Este nuevo capítulo en la política estadounidense abre un sinfín de preguntas sobre cómo Trump manejará el mandato tras su ausencia en los últimos cuatro años, especialmente en un contexto global y doméstico lleno de desafíos complejos.
