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El presidente Joe Biden sorprendió al otorgar un indulto categórico a su hijo, Hunter Biden, semanas antes de su sentencia por cargos relacionados con posesión ilegal de armas y delitos fiscales. La decisión rompe con declaraciones previas en las que el mandatario aseguraba que no interferiría en el proceso judicial.
Biden justificó su decisión argumentando que los casos contra su hijo estuvieron influenciados por la política partidista, pero este movimiento ha generado fuertes críticas, incluso dentro de su partido. El gobernador de Colorado, Jared Polis, expresó su preocupación por el precedente que esto podría sentar, afirmando que «nadie está por encima de la ley».
El indulto llega en un contexto político complicado para Biden, quien enfrenta desafíos en política exterior, cuestionamientos sobre su edad y la reciente victoria electoral de Donald Trump, que amenaza con revertir sus logros emblemáticos. Además, se han planteado dudas sobre el impacto que esta acción podría tener en su legado como defensor del Estado de Derecho.
El gesto presidencial, que cubre no solo los cargos actuales contra Hunter Biden sino también cualquier otro delito desde 2014, podría dificultar futuras investigaciones del Departamento de Justicia en un eventual gobierno de Trump. El expresidente ha prometido reformar la justicia y criticó duramente el indulto, calificándolo como «un error judicial masivo».
La Casa Blanca, que durante meses negó la posibilidad de un indulto, no ha explicado las razones del cambio. En un comunicado, Biden pidió comprensión, afirmando: «Espero que los estadounidenses entiendan por qué un padre y un presidente llegarían a esta decisión».
El caso ha reavivado debates sobre el uso del poder presidencial y el equilibrio entre lealtad familiar y principios democráticos, dejando en el aire preguntas sobre las implicaciones a largo plazo de esta controvertida decisión.