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Teófilo Abreu
No se trata de un chiste ni un relajo, sino un planteamiento formulado con toda responsabilidad.
Cada año, en período de Navidad, la sociedad dominicana se ve en la necesidad de registrar una de las estadísticas más vergonzosas, y que demuestran hasta dónde llega al grado de irresponsabilidad de muchos padres y tutores.
La ingesta de bebidas alcohólicas por parte de menores de edad no es sólo una violación a las leyes vigentes del país, sino también un atentado a su salud, por cuanto su organismo no está preparado para asimilar ese tipo de sustancia.
En el actual período navideño, que aún no llega a su final, las autoridades han reportado 21 casos de menores de entre 5 y 17 años intoxicados por ingerir alcohol, algo nada halagüeño y que debería llenarnos a todos de vergüenza.
Pero cada año es lo mismo. Decenas de menores tienen que ser atendidos en centros hospitalarios por esta situación, ante la mirada contemplativa e irresponsables de familiares.
¿Pero cuántos padres o tutores han sido condenados por esta situación, que todos los años constituye un escándalo?
Se sabe que la Procuraduría General de la República solicitó al Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y al Servicio Nacional de Salud (SNS) una lista de los progenitores o tutores de los menores afectados, con el objetivo de tomar las medidas legales contra los responsables,
De acuerdo a la magistrada Olga Diná Llaverías, los tutores de los menores intoxicados podrían enfrentar penas de prisión de 2 a 5 años y multas de hasta diez salarios mínimos.
Estas sanciones, según la magistrada, están contempladas en el artículo 412 de la Ley 136-03, que regula el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes en República Dominicana.
Podríamos decir que hasta ahí estaría bien, porque es lo que contempla la ley.
¿Pero cuántas veces se habrá aplicado esa ley en contra de algún padre o tutor irresponsable por permitir o patrocinar esa sinvergüencería?
Por esa razón es nuestra propuesta de que se aplique, además de alguna de estas sanciones, una pela de “calzón quitao” en plena calle o un parque público, donde la gente pueda ser testigo, y que conste como una lesión de vida que jamás se olvidará.