PERIODISTAS VERSUS PERIODISMO

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POR CÉSAR DALMASÍ

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Inicio con la frase de José Martí que dice: “No hay monarca como un periodista honrado” y continuo diciendo que el diccionario define la palabra SACERDOCIO, como “la consagración activa y celosa al desempeño de una profesión o ministerio elevado y noble;” definitivamente que eso es una contundente explicación, si nos agarramos de esa significación; entonces debemos asumir y ver el ejercicio del periodismo como tal, es decir, como un sacerdocio, en virtud de que el periodismo per se siempre está lleno de las mayores de las virtudes y valores humanos.

Por lo tanto el periodista en su ejercicio como profesional, está llamado a ejercer y hacer valer ese sacerdocio que define intrínsecamente al periodismo; porque nunca es igual el periodismo que el periodista, aunque sabemos que existe de manera inocultable una laminilla extremadamente delgada como amplia y gruesa al mismo tiempo que divide, separa y segrega al periodismo del periodista; separación que muchas veces va a  estar determinada por la  formación profesional, familiar y humana del propio individuo.

Ahora bien, hacer lo contrario de lo que indica o pauta el periodismo, es apartarse como profesional y como humano de los postulados más sanos, nobles y dignos, es caer en el plano más bajo, nauseabundo y macabro; es la apostasía o traición más deleznable, porque definitivamente el perjurio y la   traición sólo lo ejercen los cobardes y los especialistas en engañifas .

El periodista debe de llevar el periodismo como un verdadero servicio a la sociedad, por eso se debe ejercer el mismo apelando a la sensibilidad y al sentimiento más profundo del ser, con el corazón y con en el alma, sólo así se hace y se aporta lo mejor a la humanidad, hacer lo contrario también es deshonrar y pisotear a tantos que ejercieron el periodismo al grado de que aportaron sus vidas por el mismo y otros que en nuestros días y entorno así lo hacen.

Y es que para quienes ejercen un periodismo auténtico, no hay dinero en el mundo que pueda comprar su ejercicio, aunque pueda aparecer en cualquier esquina una institución o una moneda de menor cuantía que sirva para comprar al ser humano convertido en periodista, más no al periodismo.

De manera que creo necesario reiterar que quienes se desvían del ejercicio auténtico, pulcro y honesto del periodismo, se convierten en rastreros y serviles bajo la autoridad de alguien; cuando el periodista no ejerce el periodismo como sacerdocio, éste se convierte en Judas y unas pocas monedas sirven para ponerse al servicio de los intereses más espurios y sucios, constituyendo esto la mayor bajeza en un ejercicio profesional.

Porque el periodismo es nobleza, pundonor, honestidad, es la dignidad al más alto nivel, en tanto que para el caso que nos ocupa, el periodista es simplemente el ser humano, el individuo, el ente, sencillamente la persona, con todas las debilidades naturales del ser propiamente dicho, por tal razón realmente cualquiera puede ser periodista, pero no cualquiera puede ejercer el periodismo como un verdadero sacerdocio.

Por eso me permito citar aquí, las palabras de Ryszard Kapuscinski  quien manifestó que “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias.”

Así que hacer lo contrario al periodismo es un crimen de lesa humanidad, porque un periodista se hace esclavo de sus propios actos cuando se pone al servicio de personas o de instituciones, ya sean estas públicas, privadas, organizaciones no gubernamentales o de cualquier otra naturaleza, la única esclavitud a la cual todo periodista debe someterse es dejarse aprisionar por la verdad y con gran vocación servir como tal a la humanidad.

Tal vez muchos me coloquen dentro del grupo de los soñadores o fuera de época, diciendo que ya todo eso es pura utopía, pero siempre es preferible un mundo utópico y lleno de esperanza, a vivir prisionero de una  falsedad y un irrelevante como efímero oropel; aunque sencillamente, “El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre, pero que no grite cuando lo pisen” Emiliano Zapata.

Concluyo con estas palabras de Eugenio  María de Hostos “Si el periodismo es todavía una fuerza ciega, la culpa es del periodista. No hay ningún sacerdocio más alto que el del periodista; pero, por lo mismo, no hay sacerdocio que imponga más deberes, y por lo mismo, no hay sacerdocio más expuesto a ser peor desempeñado. De ahí principalmente la inmoralidad del periodismo.”  Eugenio María de Hostos.

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