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Gloria Martínez, una joven de 17 años con un futuro académico prometedor, desapareció en extrañas circunstancias tras su ingreso en la Clínica Torres de San Luis, en Alicante, en 1992. Su caso, lleno de incógnitas, sigue sin resolverse más de tres décadas después.
A los 14 años, Gloria comenzó a sufrir insomnio, lo que derivó en estrés y anorexia. Tras dos años de tratamiento con la psiquiatra María Victoria Soler, su estado no mejoró y la doctora recomendó su ingreso en la Clínica Torres de San Luis, de la cual era propietaria.
El 29 de octubre de 1992, la joven ingresó en el centro privado, donde, según testigos, sufrió episodios de delirio y recibió altas dosis de sedantes. Aquella misma noche, fue atada a la cama para evitar que se hiciera daño. Sin embargo, horas después, desapareció sin dejar rastro.
La versión oficial sostiene que Gloria, bajo los efectos de los narcóticos, logró soltarse, saltar una valla de dos metros y huir descalza y sin gafas en un entorno desconocido. Otras hipótesis, como un posible rapto o un error en la administración de medicamentos, fueron descartadas por los investigadores.
Dos años después, en la fosa séptica de la clínica cerrada, se hallaron una bolsa con ropa interior y un cinturón de Gloria, pero no se encontraron pruebas concluyentes sobre su paradero. Testimonios de supuestos avistamientos resultaron infructuosos y el caso fue archivado en el año 2000.
En 2008, la Audiencia Provincial de Alicante condenó a los propietarios de la clínica a pagar 104.000 euros a la familia por el daño causado. Mientras tanto, el Proyecto Fénix mantiene abierta la posibilidad de identificar restos en caso de que alguna pista permita resolver el misterio de Gloria Martínez.