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Por Ramón Ceballo
Desde el año 2020, la República Dominicana ha enfrentado una serie de tragedias naturales y humanas que han dejado una huella profunda en la memoria colectiva del país. Entre fenómenos climáticos extremos, accidentes fatales, hechos de violencia y desastres urbanos, la nación caribeña ha tenido que superar múltiples desafíos en un corto período de tiempo.
Una tormenta tras otra, en medio de una pandemia, El año 2020 marcó un punto de inflexión para el mundo entero con la llegada de la pandemia de COVID-19, y para los dominicanos, esa crisis sanitaria se vio agravada por desastres naturales.
En medio del confinamiento y la incertidumbre, la tormenta Isaías causó importantes daños en varias zonas del país. Además, ese mismo año, la tormenta tropical Laura impactó el territorio dominicano un domingo de agosto, provocando inundaciones, destrucción de viviendas y pérdida de vidas humanas. Ese año también estuvo marcado por protestas sociales, reflejo del descontento popular por diversas problemáticas nacionales.
Hemos padecido tormentas y tragedias marítimas, el 2021 trajo consigo una intensa actividad ciclónica. Las tormentas Fred, Grace y Elsa golpearon diferentes regiones del país, dejando comunidades afectadas, desplazamientos forzados y cuantiosos daños materiales. Además, ese año, una embarcación que pretendía llegar de manera ilegal a Puerto Rico zozobró, cobrando la vida de ocho personas, una tragedia que refleja la desesperación de quienes arriesgan todo por un futuro mejor.
En los últimos 5 años, no hemos escapados a huracanes, accidentes y explosiones, en este periodo el huracán Fiona azotó República Dominicana con fuerza, especialmente en la región Este, donde dejó cientos de desplazados y severas pérdidas en la agricultura e infraestructura. Poco después, en 2023, la tormenta tropical Franklin volvió a poner a prueba la resiliencia del pueblo dominicano.
Ese mismo año, el país se estremeció con la explosión en San Cristóbal, un desastre urbano de gran magnitud que dejó un saldo de muertos, heridos y una ciudad en luto. También se registraron accidentes viales de gran impacto: un choque entre un autobús escolar y una patana en Hato Mayor, y otro accidente en el que dos autobuses chocaron de frente en la carretera La Otra Banda-Verón, en La Altagracia. En otro hecho lamentable, turistas peruanos y chilenos fallecieron cuando el autobús en el que viajaban volcó en una carretera del este del país.
Otras tragedias que estremecieron al país y dejaron cicatrices dolorosas, que indignó a la sociedad, fue cuando una patrulla policial mató a una joven pareja de esposos, Elisa Muñoz Marte, de 32 años, y Joel Eusebio Díaz Ferrer, de 35. A su vez, tres miembros del Cuerpo de Bomberos de Moca perdieron trágicamente la vida en el cumplimiento de su deber, recordándonos el riesgo que enfrentan quienes sirven a la comunidad.
Recientemente, la desaparición de un niño en una comunidad rural del municipio de Jarabacoa conmocionó a la opinión pública, así como el reciente derrumbe en la discoteca Jet Set, un ícono del entretenimiento capitalino, ha dejado más de 100 muertes así como a varias decenas de heridos, situación que ha reavivado el debate sobre la seguridad en los espacios públicos.
A pesar del dolor y la incertidumbre, el pueblo dominicano ha demostrado una admirable capacidad de recuperación. Sin embargo, estos eventos también subrayan la urgente necesidad de fortalecer la prevención de desastres, mejorar la seguridad vial y reforzar el respeto por los derechos humanos.
Las tragedias vividas desde 2020 hasta hoy no deben ser olvidadas. Son heridas abiertas que llaman a la reflexión, la acción y la solidaridad nacional.
Somos un país resiliente, marcado por el dolor!