SÓLO PARA EL ALMA

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POR CÉSAR DALMASÍ

El autor es periodista

cesardalmasi@hotmail.com

No sabemos  el día ni la hora en que partiremos a ese viaje hacia la eternidad, sin embargo en muchas ocasiones y a veces de forma involuntaria, las personas pasamos por inadvertido las cosas más importantes de la vida, porque estamos muy abstraídos, algunos por la necesidad de supervivencia y otros por la bulliciosa confusión que  nos presenta la vida misma en la cotidianidad, la misma que por gracia del creador podemos observar y vivir.

Y es que nos distraemos tanto que el tiempo pasa veloz y perdemos la maravillosa oportunidad de vivir a plenitud la vida; dejamos de ver la belleza expuesta por una flor a orillas del camino, ni siquiera somos capaces de ver el vuelo de las avecillas y, peor aún, fruto de esa obnubilación diaria no logramos escuchar el canto y el trinar del gorrión y del sinsonte o ruiseñor.

La rapidez con que llevamos la vida no nos permite disfrutar una tarde de lluvia y sentir el olor a la tierra bañada por esa bendita agua que viene de lo alto, por la rapidez, dejamos de disfrutar toda la belleza que nos brinda el entorno en donde nos movemos, de seguro que si logras hacer una pausa notarás y vivirás toda la hermosa realidad que te envuelve, y entonces sólo así podrás entonar a todo pulmón la canción que más te gusta, dando la oportunidad a tu alma de que se una con lo inconmensurable; así que sal de esa prisión que tú mismo te has impuesto y hazte una persona libre.

Todo el afán diario nos hace pasar de forma desapercibida la sonrisa de un niño en la calle o el lento y parsimonioso caminar del envejeciente, en cuyos  movimientos y el blanco de sus cabellos nos enseña tanto de la vida misma, su calmoso caminar nos hace recordar que hacia allá nos dirigimos; porque la vida terrenal es tan efímera que sólo debemos ocupar el tiempo en amarnos los unos a los otros y así allanaremos el camino que ha de conducirnos a una real plenitud como seres humanos que somos.

Por esa razón luchemos por disfrutar de las bellezas de nuestra ciudad, del entorno en que nos movemos y tratemos de sentir el olor del campo, escuchar ese sonido que sólo ofrece el silencio, eso es saborear el néctar de la vida, si nos disponemos a caminar descalzo pisando directamente la tierra, de seguro que viviremos y sentiremos la esencia de la vida en cada instante, en cada pisada, en cada suspiro, en cada aspiración y en cada inspiración, porque sólo si nos unimos a nuestra verdadera esencia, al exhalar el aire volaremos al infinito estando en el mismo lugar.

Te pregunto, cuándo fue la última vez que observaste a tu alrededor y lograste ver toda la belleza que te rodea, cuándo fue la última vez que te detuviste unos minutos y compartiste con tus vecinos y disfrutaron un café juntos, pero más aún, puedes recordar la última vez en que tú mismo te abrazaste, te acariciaste y te amaste; en fin, cuando  fue la última vez te detuviste aunque sea un sólo instante frente al espejo y te viste tan profundo que descubriste la belleza de tu alma.

Te has puesto a pensar lo importante que eres para los tuyos, lo que tú significas para cada uno de ellos; ahora quiero que a solas, pero en compañía de ti mismo, le mires la cara a todos y cada uno se tus familiares más cercanos que tanto amas y según los vaya  mirando,   imagínate que te toca despedirlo a ese viaje a la eternidad, has podido ver, sentir y apreciar lo que  ellos son para ti, por eso el mejor tiempo ha de ser para ellos, que al revés es en sí para ti; pero antes, asegúrate de haber tomado tiempo para examinarte y descubrir que realmente estás preparando para encontrarte con Jesús el nazareno.

Es que la rapidez de la vida te aprisiona te tal manera que no logras vivir la verdadera libertad de tu alma, de tu espíritu y de tu cuerpo material, pues, frena y paraliza todo, desnúdate y mírate, porque  sólo así regresarás a tu esencia y sabrás que eres la hechura perfecta y única de todo el universo; así que te invito a detenerte, como yo lo he hecho y tratas de observar los detalles más simples, que  quizás sean en esencia los más importantes, porque al final no sabemos el día ni la hora en que partiremos hacia la eternidad. (Esto lo escribí dos semanas antes de la dolorosa tragedia del Jet Set).

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