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A pesar de encontrarse en plena convalecencia tras 38 días de hospitalización por problemas respiratorios, el papa Francisco mantuvo su tradicional visita a una cárcel romana este Jueves Santo. El pontífice argentino acudió a la prisión de Regina Coeli, en el barrio Trastevere de Roma, donde compartió un momento de oración y reflexión con setenta reclusos.
“Lo vivo como puedo”, expresó con voz débil desde la ventanilla de su vehículo al ser preguntado por su estado de salud. Sin el uso de cánulas para oxígeno, el papa también compartió una reflexión personal: “Cada vez que entro en un lugar como este me pregunto por qué ellos y no yo”.
Desde su elección en 2013, Francisco ha hecho de estas visitas parte esencial de su agenda de Semana Santa, conmemorando el gesto de Jesús durante la Última Cena. Este año, aunque no pudo realizar el tradicional lavado de pies, sí transmitió su cercanía a los detenidos. “Rezo por vosotros y por vuestras familias”, les dijo.
La visita duró aproximadamente media hora y finalizó con un Padre Nuestro rezado en conjunto y la bendición del pontífice. Francisco fue recibido entre aplausos por el personal penitenciario y se desplazó en silla de ruedas debido a sus problemas de movilidad.
Durante la semana, el papa ha retomado gradualmente sus actividades, incluyendo una audiencia con el personal del hospital Gemelli. Aunque ha delegado en cardenales varias celebraciones de Semana Santa, continúa presente en algunos actos simbólicos, como la redacción de las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo, que será presidido por el cardenal Baldassare Reina.
La Santa Sede ha destacado la voluntad del papa de mantener su cercanía con los más necesitados, incluso en medio de sus limitaciones físicas.