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Ciudad del Vaticano.– En una jornada marcada por la emoción y la solemnidad, centenares de miles de personas se congregaron este sábado en Roma para despedir al papa Francisco, el pontífice que dedicó su vida a acercar la Iglesia a los marginados y a promover la cultura de la fraternidad. Desde primeras horas de la madrugada, fieles y peregrinos ocuparon la Plaza de San Pedro para participar en la ceremonia fúnebre que inició allí y culminó en la Basílica de Santa María la Mayor.
El funeral, oficiado por el cardenal Giovanni Battista Re, respetó los deseos de Francisco de mantener una despedida sencilla y digna, a la vez que acogió a líderes mundiales y a miles de creyentes. Entre los asistentes estuvieron presentes Donald Trump, Volodímir Zelenski, Emmanuel Macron, los reyes de España Felipe VI y Letizia, Javier Milei, Luiz Inácio Lula da Silva, Daniel Noboa, Luis Abinader y Xiomara Castro, entre otros dignatarios de más de 160 países.
Durante la misa, el cardenal Battista Re recordó el legado de Francisco, resaltando su visión de la Iglesia como un hospital de campaña al servicio de los necesitados, su lucha contra la cultura del descarte y su incansable llamado a la fraternidad y la paz. Los asistentes, en su mayoría en respetuoso silencio, rompieron en aplausos ante las palabras que evocaban el compromiso humano y espiritual del pontífice.
Finalizada la ceremonia, el féretro de Francisco fue trasladado en un cortejo fúnebre abierto, permitiendo a los fieles apostados en las calles de Roma darle su último adiós. El recorrido finalizó en la Basílica de Santa María la Mayor, donde el cuerpo fue inhumado de forma privada, siguiendo antiguas tradiciones litúrgicas y sellos oficiales de la Santa Sede.
Bajo una losa de mármol de Liguria, tierra de sus antepasados italianos, descansa el primer papa latinoamericano, que durante su pontificado transformó la percepción de la Iglesia católica, acercándola a los más vulnerables y recordando al mundo que “ninguno se salva solo”.
La memoria de Francisco, su mensaje de misericordia y su llamado a la solidaridad entre los pueblos, quedará como parte esencial del legado espiritual de nuestro tiempo.