Teófilo Abreu
Para cualquier ciudadano de cualquier país resultaría grato ver a su Presidente acudir y pronunciar un discurso ante un cónclave de trascendencial importancia, en el que se dan cita presidentes y jefes de Estado a nivel global, y que es visto con gran interés en todo el mundo civilizado.
Sin embargo, resulta difícil suponer que cualquier dominicano con por lo menos dos dedos de frente pueda sentir satisfacción, después de ver y escuchar al mandatario dominicano exponer ante el 79° período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
El objetivo de esta cumbre era reafirmar los compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con la Carta de las Naciones Unidas, al tiempo de fomentar la intensificación de la cooperación y que se sientan las bases para un sistema multilateral revitalizado.
Se esperaba que esta cumbre diera como resultado un Pacto para el futuro, con el objetivo de reforzar la cooperación mundial y adaptarse a los desafíos actuales de manera eficaz en beneficio de todos.
Como se esperaba, casi todos los convocados a exponer en este evento enfocaron temas relacionados a los graves problemas que enfrenta el mundo en la actualidad, y que representan grandes desafíos para la humanidad.
Ocurre, sin embargo, que los únicos temas que pudieran considerarse realmente de interés internacional tocados por Abinader, como la crisis en Haití, debido al grado de peligrosidad para la República Dominicana, así como el conflicto post-electoral en Venezuela, que ha debido ser dejado de lado ya por el Gobierno Dominicano, para ser resuelto por los venezolanos y los organismos internacionales.
En ese sentido, y como si hablara sólo para los dominicanos, y como si estuviera en plena campaña electoral, el Presidente habló sobre los esfuerzos democráticos habló sobre los esfuerzos democráticos de su gobierno dominicano sobre la reducción de la pobreza, el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, así como el cumplimiento de su Administración con los derechos humanos y la solidaridad frente a extranjeros que viven en la República Dominicana.
También se refirió a los datos de inversión en salud y en educación para atender a población extranjera, particularmente haitiana, que no encuentran posibilidad de mejora en su territorio y que cruzan la frontera para vivir y trabajar en nuestro país, por compartir el territorio de la isla.
Y se refirió a los datos de inversión en salud y en educación para atender a población extranjera, particularmente haitiana, que no encuentran posibilidad de mejora en su territorio y que cruzan la frontera para vivir y trabajar en nuestro país, por compartir el territorio de la isla.
No era necesario, porque no hablaba para los dominicanos, que el mandatario se refiriera al porcentaje de votos obtenidos en las pasadas elecciones, ni tampoco a su compromiso o promesa de no buscar una nueva repostulación, ya que se trata de asuntos domésticos que no tienen ninguna relevancia más allá de nuestras fronteras.
En conclusión, el discurso del presidente Abinader fue sencillamente desconcertante.
