El Gobierno debe sentir vergüenza y admitir su culpa ante la agresión a médicos por un grupo de haitianos

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Teófilo Abreu

Si la agresión a médicos del hospital Darío Contreras hubiera sido contra los haitianos, las imágenes hubieran dado la vuelta al mundo, y las acusaciones de organismos internacionales, de organizaciones no gubernamentales (ONGs) pro-haitianas y de las autoridades de Haití estuvieran acusando a los dominicanos de hasta de comerse a esos infelices.

Es culpable porque las autoridades han acostumbrado a los haitianos, aún estando en condiciones de ilegales en territorio dominicano, a ser atendidos en los hospitales públicos en condiciones de privilegio, por encima de los dominicanos pobres que, por carecer de recursos, se ven obligados a acudir a esos centros.

Son los haitianos, tengan o no identidad,  los primeros en ser atendidos, sin tener que pagar un solo centavo, mientras que los dominicanos que no disponen de una tarjeta de seguro tienen que “pelar por sus bolsillos”, como si se tratara de una clínica privada.

Tanto es así, que los haitianos han llegado a considerarse como si fueran “los dueños del país”, al extremo que hay que atenderlos con carácter de urgencia, a la fuerza, sintiéndose con derecho a pelear y hasta agredir al personal de salud, porque esta es su casa.

Lo que acaba de ocurrir en la emergencia del hospital Doctor Darío Contreras es una muestra palpable de esta afirmación, y no es la primera vez que ocurre, ya que ese comportamiento ha sido exhibido en otros centros de salud.

Por eso escuché a un médico decir que debajo de su escritorio tiene una escopeta lista para defenderse ante cualquier ataque de esa naturaleza.

¿Tienen los ciudadanos haitianos una idea del sacrificio que le cuesta a un joven hacerse profesional de la Medicina, sus años de estudios en una universidad para graduarse de médico, luego los trabajos que le cuesta  ingresar a una pasantía, hacer una especialidad y conseguir ser admitido en un centro de salud, para ofrecer sus servicios a una población, que no siempre valora su esfuerzo y entrega?

En el Darío Contreras los haitianos entraron a la emergencia con cuchillos y machetes, les entraron a golpes a médicos y enfermeras, y hubo uno que introdujo una mano por detrás del pantalón y la llenó de excremento para ensuciar a uno de los médicos.

Cuando llegó un policía de seguridad, apenas se quedó mirando, con su revólver enganchado en el cinto, pero  sin atreverse a hacer nada.

Ciertamente fue un espectáculo deprimente, repudiado por todo el personal de salud y por toda la opinión pública, que parece  impotente ante una actitud cada vez más entreguista de las autoridades frente a esta invasión haitiana, que ha dejado de ser pacífica.

Y  si por el contrario, hubieran sido haitianos los agredidos, esas imágenes les hubieran dado la vuelta al mundo, y a estas alturas la República Dominicana ya hubiera sido acusada por enésima vez de racista, odio anti-haitiano, de xenófogo  y de cuantos calificativos han inventado quienes pretenden que este país  siga arrodillado ante la desgracia haitiana.

Y es ahora, como siempre, que las autoridades reaccionan, poniendo candado después de cometido el robo, y anuncian un  reforzamiento de la seguridad hospitalaria.

Pero más que eso, el papel que ha debido asumir el Gobierno es hacerse respetar, mostrando ante los haitianos y ante el mundo que este es un país soberano, que autoridades y leyes que deben ser respetadas, y que no está en disposición de aceptar una actitud vergonzosa como este hecho vergonzoso.

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