En este período de Navidad, los hospitales son preparados como si el país esperara una guerra

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Teófilo Abreu

En las últimas décadas la sociedad dominicana ha sido acostumbrada, y en gran medida condicionada, a prepararse mental y emocionalmente para esperar algo así como una catástrofe nacional, que generaría miles de muertes. Y es que en el período navideño, una época de tradicional alegría, de regocijo y paz, lo menos que cualquier ser humano ordinario, en lo último que podría pensar es en una tragedia que pudiera empañar la felicidad que caracteriza esta tradición.

Los accidentes de tráfico, que es quizás en lo que menos piensa cualquier ciudadano al momento de emprender pista en una avenida o carretera, con su secuela trágica de muertes y lesionados graves, han sido responsables de esta trágica realidad.

Realidad esta que no es “made in gobierno del cambio”, de Luis Abinader, sino que ha sido compartida por las administraciones que ha tenido el país en los últimos 30 años.

Durante este período, la República Dominicana ha llegado colocarse, según datos de World Staties, con la tasa de 65 muertes por cada 100,000 habitantes,  la más alta a nivel mundial, superando a países como Zimbaue (con 41), Venezuela y Liberia (ambos con 39).

En la mayoría de estos accidentes, alrededor de un 70 por ciento, han estado involucradas motocicletas, cuyos conductores, en su mayoría andan como chivo sin ley, sin cumplir con ninguna reglamentación de tránsito, y sin que ninguna autoridad los obligue a cumplirlas.

Pero en la inmensa mayoría de estos accidentes no ha estado involucrado como factor predominante de causa el gran parque vehicular, pese al incremento en el número de importaciones de vehículos y las ferias de venta de automóviles que realizan los bancos, como tampoco desperfectos mecánicos u otras causas consideradas lógicas.

Casi en un ciento por ciento de los casos, el factor determinante ha sido la imprudencia de alguno de los conductores, ya sea por exceso de velocidad, violación a señales de tránsito o por el consumo de bebidas alcohólicas.

Pero si responsables han sido los conductores imprudentes, también lo han sido las autoridades, que desgraciadamente no han sabido cumplir con su deber para prevenir la ocurrencia de estos accidentes o sancionar a los violadores de la Ley.

Mientras tanto, como cada año, el Gobierno se ocupa de abastecer los hospitales, con el personal suficiente y los medicamentos y material gastable y equipos necesarios para atender posibles emergencias, mientras que miles de agentes policiales y ciudadanos de los organismos de socorro son desplegados por calles, avenidas y carreteras en labores de prevención.Y, como cada año, esperamos una feliz Navidad, mientras esperamos que la ciudadanía pueda actuar con prudencia y no contribuya a llenar de dolor y luto a su familia, parientes y amigos, porque se trata de un período de amor y paz, y no de una guerra.

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