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Un adiós bajo la lluvia en el Estadio Cibao
En una ceremonia marcada por la nostalgia y el respeto, el Estadio Cibao se convirtió en el escenario de la despedida final de dos figuras legendarias de la narración deportiva dominicana: Mendy López y Juan José Tejada.
Bajo una ligera llovizna, decenas de corazones se unieron para rendir homenaje a estos icónicos hombres del micrófono, quienes con su talento y pasión dieron voz a innumerables hazañas en el béisbol invernal. Su legado permanecerá grabado en la historia de las Águilas Cibaeñas y en la memoria de la crónica deportiva del país.
Un tributo multitudinario
El emotivo acto reunió a una amplia representación del ámbito deportivo y social. Entre los presentes estuvieron:
- El Consejo Directivo de las Águilas Cibaeñas, encabezado por su presidente, Víctor García Sued.
- Funcionarios públicos y privados, que reconocieron la trayectoria de ambos comunicadores.
- Jugadores y exjugadores del equipo, quienes compartieron recuerdos de su influencia en el béisbol.
- Periodistas de asociaciones de cronistas deportivos de Santiago, Santo Domingo y San Pedro de Macorís.
- Fanáticos incondicionales de las Águilas, que quisieron darles el último adiós.
Un legado imborrable en la narración deportiva
Durante el acto, Víctor García Sued resaltó la importancia de Mendy López y Juan José Tejada en la narración y animación de los juegos de las Águilas Cibaeñas. Su estilo inconfundible y su entrega inquebrantable marcaron una época dorada en la crónica deportiva dominicana.
«Mendy y Juan José no solo eran narradores, eran parte de la esencia de este equipo. Sus voces nos hicieron vibrar con cada jugada y su legado permanecerá vivo en cada transmisión», expresó García Sued con evidente emoción.
Vivencias y legado
- Mendy López tenía 84 años al momento de su fallecimiento, dejando una huella imborrable en el periodismo deportivo.
- Juan José Tejada, quien hubiera cumplido 90 años el próximo 28 de febrero, fue un referente en la animación y narración de los partidos de béisbol.
Ambos dejan un vacío imposible de llenar, pero también una inspiración eterna para futuras generaciones de cronistas deportivos en la República Dominicana.
El béisbol dominicano ha perdido dos de sus más icónicas voces, pero su eco seguirá resonando en cada temporada, en cada juego, y en cada corazón amarillo que vibró con sus relatos.