Teófilo Abreu
Entonces ¿estamos en un país de mentira?
¿Que República Dominicana es una caricatura de país, algo así como Macondo, el pueblo imaginario en Cien años de Soledad?
O ¿”Este es un país que no merece el nombre de país, sino de tumba, féretro, hueco o sepultura”, como lo describió el poeta Pedro Mir?
¿Podríamos decir, entonces, que este es un “país inverosímil” como dijo el Poeta Nacional? O un país “donde la realidad se hace increíble y lo increíble la más asombrosa realidad”, como diría Kaliman, el hombre increíble?
Y es que sólo en un insólito país como esta maravilla, presos, alegadamente privados de libertad, son capaces de instalar, como por arte de magia, 12 parábolas y seis repetidores de señal, que les permitieron cometer atroces crímenes y múltiples estafas, desde una Cárcel llamada “La Victoria”, sin que la Policía ni el Ministerio Público se dieran cuenta.
Entonces podríamos decir a modo de chiste. “Ya si llegamos”.
O como diría cualquier ciudadano pesimista: “Esto se jodió”.
O sencillamente como ha dicho repetidamente nuestro Señor Presidente: “Esto es cambio.
Definitivamente, este pedazo de tierra para ser cualquier otra cosa, menos un país.