En un atroz acto de violencia, un ataque terrorista sacudió los prolegómenos del concierto del grupo de rock Piknik en la sala de conciertos del centro comercial Crocus City Hall en Krasnogorsk, al noroeste de Moscú, aproximadamente a las 20.00 hora local del pasado lunes. El ataque, perpetrado por al menos cuatro individuos vestidos con ropa de camuflaje, dejó una estela de muerte y destrucción.
Según las imágenes de las cámaras de seguridad, los terroristas abrieron fuego indiscriminadamente contra los asistentes al concierto, mientras que varios testigos presenciales relatan escenas de horror y caos, con víctimas yaciendo en charcos de sangre en el suelo. Las explosiones de bombas incendiarias provocaron un incendio de gran magnitud, dificultando la evacuación de las más de 6,200 personas presentes en el lugar.
El Estado Islámico reivindicó el ataque a través de su órgano de propaganda, Amaq, mientras que Rusia, en su búsqueda de los terroristas, asegura haber liquidado hace años la guerrilla islamista en el Cáucaso. Por su parte, Ucrania niega toda responsabilidad, calificando el suceso como una «operación planeada por los servicios especiales del Kremlin».
A pesar del actual clima de tensión geopolítica, Estados Unidos, la ONU y la Unión Europea han condenado enérgicamente el atentado, expresando su consternación y exigiendo una condena internacional.
María Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, llamó a la comunidad internacional a repudiar este «horrible crimen» que ha ocurrido «ante los ojos de toda la humanidad».
El ataque, que tuvo lugar después de las advertencias de posibles atentados emitidas por las embajadas occidentales en Rusia, ha generado una ola de conmoción y preocupación a nivel global, subrayando la urgente necesidad de acciones concertadas contra el terrorismo.
