Gran avance ha sido logrado gracias a la implementación de la dictadura del reloj en el béisbol, como lo demuestra el emocionante encuentro entre los Medias Rojas de Boston y los Guardianes de Cleveland el pasado miércoles 17 de abril de 2024. En un impresionante tiempo de una hora y 49 minutos, los Medias Rojas lograron una victoria de 2×0 sobre sus rivales en el Fenway Park.
El protagonista indiscutible de este espectáculo fue Tanner Houck, quien se destacó como el «Picasso del pitcheo», realizando 94 lanzamientos en nueve entradas. Su brillante actuación se tradujo en solo tres hits permitidos, sin bases por bolas y con nueve ponches.
El béisbol, inventado en 1846, ha enfrentado el desafío de los juegos excesivamente largos, especialmente con el auge de la televisión y la necesidad de maximizar los ingresos publicitarios. La introducción del reloj como regulador ha resultado en una cosecha efectiva, dejando satisfecho al comisionado Rod Manfred y recordando a los aficionados la famosa alegría de Luisito Martí en Belarminio.
Si bien es improbable que volvamos a presenciar juegos de Grandes Ligas que duren menos de una hora, es interesante conocer los récords históricos. El juego más corto en la historia del béisbol profesional ocurrió en 1916, entre los Turistas de Asheville y los Mellizos Winston-Salem, con una duración de 31 minutos. Además, el récord de la MLB se estableció en 1919, cuando los Gigantes de New York y los Atléticos de Filadelfia protagonizaron un juego de solo 51 minutos en el Polo Grounds.
Aunque es poco probable que veamos juegos tan cortos en el futuro, el desafío de alcanzar el récord moderno de juego más corto, establecido en 2005 con una duración de 1 hora y 39 minutos, sigue siendo una motivación para los equipos. El compromiso con la eficiencia y la emoción del juego continúa, gracias a la influencia del reloj en el béisbol profesional.
